miércoles, 1 de abril de 2009

Fiesta Tradicional

Xantolo

Las comunidades indígenas de la Huasteca, conservan sus tradiciones prehispánicas, es por eso que después de 500 años se sige celebrando el Xantolo, a partir del 31 de octubre, 1 y 2 de Noviembre, es una mística que vive el hombre de estar unido siempre con aquellos que han muerto, pero a quienes siguen considerando vivos por que están entre nosotros, por que convivieron con nosotros. Tiene una duración de cinco días que comprenden, el día de la parada de los arcos, el día de los angelitos o de la vigilia, el día de los adultos, el día del ánima sola y el día de la bendición.
Como el Xantolo no hay celebración igual, los platillos tradicionales que se preparan como ofrenda son principalmente, el chocolate, pan casero redondo, cuya masa es preparada con manteca de puerco, mole de guajolote, adobo, pipián, chile relleno, zacahuil entre otros.
Con estas vivas tradiciones, se corrobora el concepto que no es un tiempo de penas y lamentos, sino de recordación y de comunicación con los seres queridos vivos y muertos. Es una forma de establecer lazos invisibles que también cruzan generaciones uniendo a padres y a hijos.

Los días 31 octubre, 1 y 2 de noviembre, los habitantes de la Huasteca se disfrazan para bailar e ir de casa en casa para pedir un trago de mezcal y comer. Los hombres se disfrazan de mujeres para esconderse de la muerte, mientras que el disfraz del viejito representa a los difuntos mayores.
Durante la celebración participa toda la familia. Allá, la gente se levanta a las 4 de la mañana y empieza a moler el cacao para tener el chocolate preparado, el “marranito, guajolote, pollo o animalito que compraron desde enero para la “fiesta grande”, son utilizados para hacer el mole y tamales para quienes estarán de visita”.
El día 31 de octubre, una vez que el arco por donde entraran los difuntos quedo listo y puesto a la entrada de cada hogar, así como el caminito de flor de muerto hasta el altar, previamente adornado con cazuelas de mole, tamales, pan, aguardiente, chocolate, cigarros, fruta de la región, fruta horneada, figuras de pan para los difuntos más pequeños.
Los jefes de cada familia, inician el encendido de cuetes a las 12 del día para decirles a los difuntos que sus ofrendas están listas y pueden entrar. Para quienes no tuvieron familia, los habitantes de cada barrio se organizan para la construcción de un arco, por la cual entraran y podrán disfrutar también de las ofrendas.
Los hombres suben al campanario y la hacen tocar en punto de las 6 de la mañana. La persona, debe de estar preparada, no cualquiera puede hacerla sonar, el sonido debe ser especial para anunciar la llegada de las ánimas.
Los arcos pueden costar desde $200 pesos hasta mil, de acuerdo al tamaño y su adorno, mientras que la fiesta va de los 3 mil a los 5 mil pesos por familia, pues las mujeres estrenan su rebozo, los hombres su cotón (camisa de manta), huaraches, ellos, su sombrero y machete.
Previo a la celebración, el tercer domingo del mes se le denomina “Domingo Grande”, es la plaza principal de cada pueblo, donde los indígenas acuden a vender y comprar todo para su celebración, desde guajolotes hasta café con los que prepararan sus ofrendas.
El día 30 de octubre, desde la madrugada las niñas y niños empiezan a barrer los alrededores y los caminos, los hombres empiezan a matar sus animales, mientras las mujeres preparan la hoja de plátano para sus tamales y muelen su cacao para el chocolate.
El altar, lleva cuatro niveles; el primero destinado para los difuntos pequeños, el segundo para los jóvenes, el tercero destinado para los difuntos maduros y el último para los abuelos. La ofrenda se realiza diario, desde el 29 de septiembre que San Miguel abre su puerta hasta el día 30 de noviembre, día de San Andrés, se hace la última ofrenda.
Lo interesante de esta fiesta, es que el templo donde celebra misa el sacerdote todo el año, se traslada a la casa del indígena, donde la convierte en un templo, donde se va a venerar a los que ya se fueron, a los parientes.
Toda esta concepción del Xantolo, no es otra cosa que la unión de la concepción prehispánica, sincretista con la concepción cristiana, en la que existe una alianza entre las costumbres indigenistas y las que realizan los sacerdotes en su iglesia.
La fiesta grande, como es llamada por los huastecos, no solo esta basada en la celebración de todos los santos, sino a la producción, a su ciclo agrícola.
A partir del 4 de noviembre y hasta final de mes, los vecinos se visitan para convivir y regalar pequeñas ofrendas, se cree que durante este tiempo los difuntos continúan en la tierra. El día 30 de noviembre los parientes acuden al panteón a despedir al difunto, con música y comida en la tumba.